Entre la tradicional cata de vinos y
la cata de ron hay muchas similitudes, pero también diferencias que hacen
únicas ambas experiencias.
Podemos citar, en primer lugar, que,
dado el contenido en alcohol del ron (los vinos no fortificados no suelen
llegar a los 14 grados frente a la mayoría de los rones que se mueven en torno
a los 40), lo que denominamos “cuerpo”
estará básicamente relacionado con el proceso de destilación y su tiempo de
envejecimiento en maderas de roble.
Además, si bien en el análisis de un
vino interviene tanto la variedad de uva con que fue elaborado como el terruño
y la posible crianza, en el caso del destilado el factor esencial es su única
materia prima, la caña de azúcar, por lo
que su personalidad dependerá básicamente tanto de las mezclas o “blends” de
rones de diferente estructura (ligeros, medianos o pesados provenientes de
diferentes añadas) como de las barricas (en ocasiones ya utilizadas para bourbon,
oportos o vinos de Jerez entre otros) y de las técnicas de envejecimiento
utilizadas, pudiéndose distinguir entre el añejamiento “estático” donde permanecerá
en barrica toda la partida el mismo tiempo y el sistema de “criaderas” en el que, debido al sistema de soleras, se
consigue una homogeneización a la hora de retirar las destinadas al
embotellamiento, quedando siempre, además, un remanente de ron añejo destinado
a mejorar la producción.
Fase preliminar: Se disponen los rones desde el más
sencillo al más complejo, siendo conveniente utilizar bien copas de balón o
vasos más o menos largos con diferente apertura de boca, utilizando los más
abiertos para los blancos a fin de favorecer una mayor y más rápida evaporación
del alcohol y permaneciendo en cualquier caso tapados hasta el comienzo de la
misma, evitando de este modo que los aromas se disipen antes de su inicio.
Fase visual: Las tonalidades no
dependen de su base de elaboración, como en el caso del vino. Todos los destilados
son originariamente transparentes, y el
color del ron viene dado por su tiempo de añejamiento. En el caso de los “industriales” (elaborados con la melaza
de caña, obtenida tras hervir el jugo de la caña de azúcar) el blanco no suele
llevar crianza en madera, y el dorado o envejecido pasa un periodo de tiempo
variable en toneles de roble pudiéndose intensificar su color al añadirle
“caramelina”. En el caso del ron agrícola (hecho con el jugo de caña) su
tonalidad viene dada por el envejecimiento de tres años de crianza.
Fase Olfativa: El “rummelier” o
catador de ron, efectúa aspiraciones
cortas y profundas siempre desde fuera, manteniendo la copa o vaso a la altura
de la barbilla para evitar el fuerte impacto que para el olfato podría suponer
una inhalación profunda. Tras disiparse éste, comienzan a salir las notas vegetales y de fruta,
seguidas de aromas más sólidos y pesados. Frutas, cacao, vainilla (indicativo
de su envejecimiento en barricas de roble), chocolate, caramelo, cuero,
almendras, café, tostados, coco, frutos secos, miel, melaza o sirope…
Fase Gustativa: El posible efecto alcohólico se percibe como un picor en la lengua y paladar que puede
confundirse con el sabor que deja la pimienta. Por ello, los catadores
recomiendan “calentar el ron”, llevando primero una pequeña cantidad a la boca,
dejándolo reposar unos instantes antes de tragarlo. El proceso, repetido varias
veces, permite que los sabores se vayan percibiendo cada vez con mayor nitidez.
La memoria final, longitud o tiempo de permanencia de las sensaciones
gustativas nos darán, al igual que en el vino, un retrato de su complejidad si
bien el ron que ha envejecido en madera ya no mejora en botella.
Por su gran versatilidad, sobre todo
los más jóvenes y ligeros pueden mezclarse con otras bebidas utilizándose para cócteles
y mezclas, si bien un añejo es perfecto para tomarlo con hielo o simplemente
seco, compartiendo, además, con los vinos la posibilidad de excelentes maridajes como sucede, por ejemplo, con el chocolate que prepara nuestras papilas gustativas ante el primer ataque alcohólico para, a continuación, potenciar y ensamblar
todos sus aromas y sabores por afinidad o como perfecto contrapunto.
Chocolates blancos, con leche y
sobre todo chocolates negros (a partir de un 50% de contenido en cacao),
con diminutas escamas de sal, crujientes pepitas de cacao, trocitos de naranja
o de fresa ácida liofilizada aportarán a rones jóvenes, especiados y añejos
toda una gama de nuevas y extraordinarias sensaciones.
H. DÉNIZ
SUMILLER. – ESCUELA ESPAÑOLA DE
CATA.
Melaza de caña no es de hervir el jugo, es de la extracción del azucar en el jugo, la melaza es un residuo.
ResponderEliminarLos catadores de ron no calentamos el ron, debe ser tomado a temperatura ambiente.
No lo mantenemos en boca al principio, lo tragamos y luego si lo mantenemos.
Hay varios inexactitudes
Javier Herrera
Gracias Javier!
ResponderEliminarCon calentar el ron me refería simplemente a llevarlo a la temperatura perfecta (ambiente) para poder apreciar todas sus propiedades organolépticas.
Te agradezco también tu aclaración respecto al modo de catarlo aunque creo que, como sucede con los vinos por ejemplo, existe más de una forma de llevarlo a la práctica.
Un cordial saludo