¿Por qué hablamos de Martini cuando queremos decir
vermut?
Evidentemente
si lo que queremos es tomar un vermut de la archiconocida marca de origen
italiano, pedir un Martini es perfecto. También lo es en el caso de que nos
apetezca uno de los muchos combinados en los que su presencia es ineludible,
por ejemplo un elegante Dry Martini, un Manhattan, un Negroni o el archiconocido Vodkatiny de
James Bond.
Sin
embargo, no siempre es así. En
ocasiones, escuchamos pedir un martini en la barra de un bar, cuando realmente
lo que el cliente está pidiendo es un vermut, opción favorita de muchos como
aperitivo antes de la comida.
El vermut es un vino
fortificado, macerado con numerosísimas hierbas aromáticas y especias entre las
que se cuentan cortezas de canela, quina y granado. Flores como la manzanilla,
el clavo de olor, el lúpulo y el azafrán. Hojas o plantas como el ajenjo, la mejorana,
la melisa o la salvia. Frutos como el
anís o la naranja, el cardamomo, el cilantro, la nuez moscada o la vainilla.
Raíces como la angélica o el jengibre. Y también caramelo para aportarle su
característico tono dorado.
De hecho, es una de las bebidas con mayor gama
de matices, sabores y olores, siendo labor del enólogo conseguir el perfecto
ensamblaje entre todos los botánicos elegidos para llegar a esa aromatización y
sello personal que los distingue dentro de sus propias características como
vermut dulce, seco, más o menos amargo, quinado, rosé, etc.
Muchas y muy buenas son las
marcas españolas tradicionales. Miró e Yzaguirre, por citar algunas. Junto a
ellas, otras más novedosas van entrando en el mercado como St. Petroni, vermut
gallego a base de albariño o el joven Txurrut vasco en el que la uva utilizada
(hondarribi zuri, la misma con que se elabora el txakolí) le aporta notas peculiares de frescura y
acidez. Junto a ellos, constituyen excelentes propuestas los italianos Peruchi,
Martini y Cinzano y los franceses Noilly Prat o Dubbonet.
“Ir al vermut” o “hacer el vermut” son expresiones coloquiales referentes a la
costumbre de tomar ese vermut de grifo con su toque de sifón o solo, anunciado
en tascas y bares junto a unas patatas fritas, berberechos, mejillones o las
imprescindibles aceitunas. Acto arraigado en el tiempo a través de generaciones
que ha pasado a convertirse en un auténtico acto social, un rito que no sólo ha
logrado mantenerse sino que, además, sigue ganando adeptos.
El vermut está, más que nunca, de moda. Aumenta su producción,
suben las ventas… surgen nuevas y divertidas propuestas con la misma materia
prima: aceitunas rellenas de vermut o gelatinas en las que se unen ambos
ingredientes. La Gulateca nos informa de las atrevidas mezclas que Vermouth Dos
Deus hace de los mismos con diferentes bebidas e incluso con cerveza negra. El
Hotel Barceló Hamilton de Menorca lo ha incorporado en su carta de cócteles
como vermut sólido, consiguiendo una textura en la que se aúna
extraordinariamente tradición y vanguardia…
¿No
creen que es un buen momento para ir pidiendo un vermut?
H. DÉNIZ.- Sumiller EEC