martes, 4 de abril de 2017

NO ES VINO
NO ES CERVEZA
NO ES UN DESTILADO

ES SAKE



 

 

Transparente o con color. Con limpidez o sin ella, es una bebida que, cada vez más, logra sorprendernos por su variedad y peculiaridad en el sabor.




No es un vino. Tampoco una cerveza. El sake es un licor fermentado a partir de arroz, con una graduación alcohólica de 14 a 20%vol. y que puede beberse fría,  templada o caliente.

 
Ésta podría ser una definición rápida y fácil de entender.
 
Sin embargo, el sale es un mucho más que éso. Es una bebida ritual en Japón a la que intentaremos acercarnos a través tan solo de unas líneas. Una aproximación para expolear la curiosidad de quiénes gustan de explorar nuevos horizontes.  

Efectivamente, las diferencias con el vino son muchas: La materia prima utilizada en su elaboración. Sus esenciales características. El proceso de producción. La temperatura de servicio. Las posibilidades de maridaje...

Veamos todo ello con algo más de detenimiento.

 
En el primer caso hablamos de uva. Para el sake tenemos que referirnos esencialmente al arroz. Arroz de un tipo determinado, puesto que debe contener una elevada concentración de almidón que, posteriormente, se transforma en azúcar fermentable gracias a la acción de un moho, el denominado Koki-jkin que hace su trabajo al calor y la luz de la sala de la bodega. 
 
Bodegas que, en su mayor parte, dada la importancia del agua en el proceso de su elaboración, poseen un manantial propio que favorece determinadas características de sabor, lo que añade al resultado final, una impronta casi personal del producto.

 

Si nos ponemos a describir sus características, también veremos que el énfasis en determinados puntos varía: así pasamos, por ejemplo, de hablar de astringencia y acidez para centrar nuestros sentidos en el umami y la dulzura de determinados sakes.
 

 



De lo que no cabe duda es de que, en ambos casos, la calidad del producto final depende de todos los factores implicados en dicho proceso. 

En cuánto a la temperatura de servicio, la libertad en el caso de la bebida japonesa es mayor puesto que, dentro de unos parámetros, puede consumirse tanto frío como tibio o caliente (pueden perder cierta finura al calentarlos). Y, evidentemente, no tiene nada que ver con los brebajes a los que estamos expuestos en algunos restaurantes y que nos sirven casi ardiendo en pequeñas tazas de porcelana. Nada que ver con el sake genuino.
 
Su vida es más corta en botella que la del vino. Y no mejoran con el tiempo en ella, por lo que es recomendable fijarse bien en la fecha de embotellado y consumirlo en torno a los 15 o 20 meses. Servidos en copa de vino pueden apreciarse mucho mejor sus matices y es una buena manera de disfrutarlos. También en cócteles...
 

 




Sus posibilidades de maridaje podemos decir que, prácticamente, se consideran hoy día casi infinitas. Combina a la perfección con determinados alimentos que se resisten a la mayor parte de los vinos y, de hecho, cada vez está siendo más valorado dentro de nuestra cocina occidental.
 



















 
 
Ahora sólo queda lanzarse...
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 

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